Si no tuviera estas manos,
Los pies me llevarían.
Si no tuviera estos pies,
Mi boca hablaría.
Cada parte me completa,
Me llena y me acompaña.
Mientras esté yo,
Toda parte es importante.
Por eso cuerpo, yo soy tú y tú eres yo.
¿Cuántas veces te has visto contemplando tu cuerpo cual desconocido? ¿Cuántas veces has ido al médico con el miedo corriéndote por las venas?
Estamos llenas de anuncios que nos inundan de miedo, todos ellos alarmándonos, encendiendo la "antena", en busca del dolor, del bulto, del sangrado… Estamos inmersas en una cultura alarmante, medicalizada, asustada… y todo esto no ayuda en la percepción del dolor. Nuestro cerebro se concentra en el dolor, y esto, efectivamente, aumenta la percepción del mismo.
Para entender un poco más acerca de la relación con el cuerpo, recomiendo el libro de la doctora Christiane Northrup. La autora habla de la relación que existe con el cuerpo desde el sistema médico, y dice lo siguiente: “El sistema médico establecido explica nuestro cuerpo no como un sistema diseñado homeostáticamente para tender a la salud, sino más bien como una zona en guerra. Abundan las metáforas militares en el lenguaje médico occidental. La enfermedad o el tumor es <el enemigo> que hay que eliminar a toda costa. Rara vez, o nunca, se la considera un mensajero que intenta llamar nuestra atención. Incluso el sistema inmunitario, cuya función es mantenernos en equilibrio, se explica [en inglés] con terminología militar, con sus linfocitos T <destructores> [en inglés, killer, que matan]” (C. Northrup, 2010).
En las sesiones de psicoterapia, las personas llegan en muchas ocasiones "en guerra" con su propio cuerpo. Por ello abogo por un aumento en el conocimiento del propio cuerpo sin alarmas, un acercamiento al gran desconocido de una forma amorosa. Estamos en una sociedad en la que nos acercamos al cuerpo para juzgarlo, medirlo, pesarlo, medicalizarlo, analizarlo… y todo esto entorpece la relación amorosa que pueda desarrollarse con el mismo.
Claro que es importante ir al médico cuando algo no va bien, y tenemos que observar nuestro cuerpo. Pero si solo nos acercamos a nuestro cuerpo como analistas o juezas, la relación se convierte en distante y fría. El cuerpo nos acompaña todo el tiempo, somos cuerpo, y el cómo nos sintamos en él, en ocasiones puede determinar el bienestar o malestar que sintamos.
También es interesante saber que el amor y el miedo son emociones opuestas, el amor puede disipar el miedo y el miedo puede disipar el amor. Si en una relación hay miedo, el amor no puede aparecer; y esto no es diferente en la relación con una misma. Cuando empezamos a tratar a nuestro cuerpo con amor, el miedo empieza a desaparecer. Por eso enfoquémonos en el amor, y no en el miedo.
Algunas formas de acercarse al cuerpo de una forma amorosa:
- Realizar ejercicio por placer; esto quiere decir, no exigirnos, sino hacer ejercicio por el simple placer de moverse.
Es probable que el ejercicio ya sea parte de tu rutina, o tal vez hayas pensado en introducirlo en tu día a día.
Para que el ejercicio pueda adaptarse a nuestra vida, es esencial que nos acerquemos a él de forma amorosa. Esto quiere decir que si queremos hacer ejercicio para una consecución externa (apariencia, moda…) es muy probable que no seamos persistentes. Cuando nos acercamos al ejercicio desde el amor, y desde la flexibilidad, podemos integrarlo más fácilmente. Si queremos hacer ejercicio para sentirnos mejor, no lo haremos en momentos en los que nos hará sentir peor.
También es importante que escuchemos nuestras necesidades y nuestros ritmos. Hay momentos en los que el ejercicio puede ser dar un paseo, estirarse o bailar. Ejercicio es moverse, por ello te animo a no juzgar el ejercicio por el “bueno” y el “flojo” ni con calificativos. Así cualquier tipo de ejercicio que realicemos, nos hará sentir bien.
- Dormir el tiempo que necesites; observar cuántas horas necesitas para sentirte descansada.
Escucha a tu cuerpo y observa qué es lo que te hace sentir bien, así podrás planear tu día para que haya espacio para el descanso ¿Cuántas horas necesitas tú para sentirte descansada?
- Tocarte, acariciarte y masajearte; todo esto puede hacerse con una crema que te guste, o un aceite esencial que despierte en ti buenas sensaciones.
Puedes empezar poco a poco, tal vez hoy puedas hacerte caricias en el brazo, y mañana puedas ponerte crema en las piernas (no solo para que luzcan hidratadas) para hidratarlas y también para tocarte, explorarte y conocerte más. Así con todas las partes de tu cuerpo. Poco a poco podrás observar que se convierte en una rutina agradable y que tu cuerpo te lo agradece.
Cada una tenemos una forma de autocuidado, y a través del cuerpo nos podemos mimar a nosotras mismas.
El cuerpo recuerda. Está demostrado que el cuerpo guarda los traumas que la persona haya vivido; del mismo modo, recuerda las caricias positivas y el amor que le brindamos. Al cuerpo no solo le sirven las palabras, también necesita del tacto y del movimiento consciente. A través de esto, el cuerpo puede relajarse y sentirse seguro; lo que quiere decir que tú puedes sentirte relajada y segura.
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Lara Knaggs
Psicóloga-Psicoterapeuta y Counsellor Humanista Integrativa con perspectiva de género.
Especializada en mujeres, crecimiento personal y autoestima.
Atiendo online y en Londres.
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